Colegios, residencias, pabellones deportivos, … Todos son lugares idóneos para que los miles de peregrinos que llenan nuestra ciudad estos días puedan descansar tra un agotador día. Pero también hay otra experiencia distinta y muy enriquecedora: la de alojarse en familias de acogida. Un total de 173 familias abulenses han querido contribuir al buen desarrollo de los Días en las Diócesis abriendo de par en par las puertas de sus casas para albergar a dos o más peregrinos, ofreciéndoles cama, aseo y desayuno.
Un ejemplo de ello es la familia de Raquel y Juan Ignacio, un matrimonio de 36 años, padres de dos niñas (y uno más a punto de nacer), que pese a sus ocupaciones personales, acogen estos días a Patrick y Pascal, dos holandeses de la diócesis de Roermond. Sus más allegados se asombran del “berenjenal” en el que piensan que se han metido, pero ellos se muestran encantados. “Es una respuesta a una llamada del Obispado para que abriéramos nuestras casas a quienes comparten nuestra misma fe”, señala Raquel, embarazada de 8 meses, para quien no ha habido miedo alguno a la hora de abrirse a lo desconocido, pues “es cuestión de tener fe, y saber que todos somos hermanos. Sin este planteamiento, se puede hacer un poco difícil llegar a acoger en tu casa a dos personas que no conocíamos de nada hasta esta misma tarde”.
¿Problemas de organización? Ninguno. “Es más un poco de organización mental, porque realmente preparar una tortilla o un bizcocho de más, no nos supone nada. No es algo que nos cueste dinero, y estamos encantados”. Un espíritu de servicio que el propio Juan Ignacio pudo vivir en sus carnes hace 20 años, en la JMJ de Częstochowa, cuando también fue acogido por una familia que no dudó incluso en dormir en el suelo para dejarle a él su cama.
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