lunes, 15 de agosto de 2011

El Día de las Parroquias permite un verdadero intercambio entre comunidades abulenses y peregrinos

Penúltima jornada de los Días en las Diócesis de Ávila, llamada oficialmente “el día de las parroquias”. Un día dedicado a compartir las creencias en comunidad, para afianzar la fe y el servicio a los demás. Por ello, cada parroquia abulense recibió a un grupo de peregrinos, con el objeto de intercambiar experiencias: ambas comunidades (la española y la extranjera) contaron cómo se vive la fe en su entorno parroquial. Un verdadero encuentro e intercambio cultural y religioso.

Así lo hizo, por ejemplo, el grupo de Reims, que convivió con los fieles de la parroquia del Inmaculado Corazón de María (conocida entre los vecinos como el ICM). Tras el visionado de un video sobre la historia y la labor diaria de la iglesia, los franceses escucharon en testimonio de un feligrés que lleva más de cincuenta años colaborando en la parroquia, un trabajador de Cáritas (que contó cómo se ha incrementado su tarea con la crisis), y un chico joven que explicó cómo vive la fe la juventud de esa comunidad del centro de la capital abulense. Tras ello, llegó el turno de los jóvenes de Reims, que contaron sus propias vivencias en su comunidad de origen.


Pero la implicación de los parroquianos fue más allá, ya que se encargaron de preparar la comida para los peregrinos. En el caso del ICM, una ensalada de pasta y empanada fue el menú que se sirvió para los jóvenes franceses e los salones parroquiales. Otro caso curioso fue el de los peregrinos de la zona de La Moraña, que pudieron degustar uno de los platos más famosos de la gastronomía local: el cocido sanjuaniego, preparado con ahínco por las amas de casa.

Y, tras pasar la tarde libre disfrutando de la ciudad, la quietud de la noche albergó las vigilias marianas, celebradas de forma bilingüe en todas las iglesias de la capital abulense. La más multitudinaria tuvo lugar en la S.A.I. Catedral, donde se juntaron más de 600 personas. Unas Vigilias que contaron con la luz de las velas como protagonistas, y la consagración de todos los participantes a la Virgen María, verdadera antesala de lo que se iba a vivir en la mañana de hoy a los pies de la muralla.



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