Cerca de 10.000 personas celebran la fe de todo un pueblo, con la muralla de fondo

Cerca de 10.000 personas han participado en la Misa de Envío a los peregrinos celebrada esta mañana en Ávila. En un marco espectacular, con las murallas de fondo, abulenses, peregrinos y voluntarios han compartido la Eucaristía presididida por el obispo de la ciudad, Monseñor D. Jesús García Burillo y concelebrada por otros 13 obispos, más de 200 sacerdotes y 9 diáconos, representantes de todos los países que han sido acogidos en Ávila en los Días en las Diócesis.

Los saludos del obispo y el alcalde Miguel Ángel García Nieto en español, francés, inglés e italiano han iniciado esta celebración multilingüe. Ambos han destacado la amplia historia y gran vida eclesial de la ciudad de Santa Teresa. D. Jesús García Burillo ha recordado que precisamente fue en Ávila, con motivo del 400 aniversario de la muerte de la Santa abulense, donde Juan Pablo II celebró por primera vez una Eucaristía en España, así como las palabras que el Sumo Pontifice pronunció deseando que el sucesor de San Pedro volviese de nuevo a Ávila en 2015, para celebrar con todos sus ciudadanos el 500 aniversario del nacimiento de la Santa abulense. Con ese recuerdo los presentes han creado uno de los momentos más emocionantes de la celebración con un emotivo aplauso.

La Misa ha sido ambientada por un espectacular coro, con dos solistas femeninas y otros dos masculinos. La música y la voz creada por sus componentes han dado un punto de emoción y han creado un ambiente especial en el transcurso de la Eucaristía. El himno de las Jornadas, Firmes en la Fe, ha abierto la celebración acompañando la procesión de entrada de los sacerdotes desde la Basílica de San Segundo, patrón de la ciudad, hasta el altar. El cierre musical ha sido Jesus Christ, que fue el himno oficial de las últimas Jornadas de la Juventud, realizadas en Sidney en 2008.

El momento de la Comunión (en el que también han podido participar las personas celiacas), ha sido entregada a los presentes por 100 sacerdotes, acompañados por voluntarios con un paraguas amarillo y blanco, colores de la bandera del Estado Vaticano, para permitir a los asistentes conocer los distintos puntos en los que podían recibir el Sacramento.

Uno de los puntos más repetidos el día de hoy ha sido la cercanía, alegría y ganas de trabajar de los 600 voluntarios que se han volcado estos días para lograr lo que muchos consideraban imposible: conseguir que los casi 5000 peregrinos se sintiesen como en casa. Con esta misa se ha puesto un broche de oro a unas Jornadas de las que cabe destacar la excepcional organización y capacidad de reacción de la ciudad, que se ha volcado con la acogida de los peregrinos.