(Fuente: http://www.jmj2011madrid.com)
La Cruz y el icono han salido de la sede anfitriona de la próxima JMJ, Madrid, para comenzar su periplo por el resto de las provincias españolas que ya la esperan.
La primera etapa comienza en una de las provincias más alejadas de Madrid, en concreto, la Cruz realizará un viaje rumbo sur de unos 1.700 kilómetros hasta que llegue a las Islas Canarias, en el Atlántico, frente a las costas africanas.
Por la mañana, antes del embarque en el aeropuerto madrileño de Barajas, José María, un joven sacerdote de Alcalá se ha encargado de su último traslado por las carreteras madrileñas hasta que vuelva el año que viene para presidir la Jornada Mundial de la Juventud.
"¡Pues sí que pesa!", comentaba uno de los operarios encargados de sacar la Cruz de la furgoneta que la había trasladado. "Vamos hombre, que esta mañana unas señoras han sido capaces de cargarla en la furgoneta", apostillaba divertido José María.
Finalmente la Cruz reposa antes de su viaje entre cientos de cajas y paquetes que esperan a ser embarcados a todos los puntos del mundo. Unas horas más tarde la Cruz será desmontada para introducirla en su embalaje. Pasará desapercibida como una caja más. Nada en el exterior de su embalaje hace pensar en el poderoso objeto que se encuentra en su interior. Y pesa, sí, pero se puede llevar.
La primera etapa comienza en una de las provincias más alejadas de Madrid, en concreto, la Cruz realizará un viaje rumbo sur de unos 1.700 kilómetros hasta que llegue a las Islas Canarias, en el Atlántico, frente a las costas africanas.
Por la mañana, antes del embarque en el aeropuerto madrileño de Barajas, José María, un joven sacerdote de Alcalá se ha encargado de su último traslado por las carreteras madrileñas hasta que vuelva el año que viene para presidir la Jornada Mundial de la Juventud.
"¡Pues sí que pesa!", comentaba uno de los operarios encargados de sacar la Cruz de la furgoneta que la había trasladado. "Vamos hombre, que esta mañana unas señoras han sido capaces de cargarla en la furgoneta", apostillaba divertido José María.
Finalmente la Cruz reposa antes de su viaje entre cientos de cajas y paquetes que esperan a ser embarcados a todos los puntos del mundo. Unas horas más tarde la Cruz será desmontada para introducirla en su embalaje. Pasará desapercibida como una caja más. Nada en el exterior de su embalaje hace pensar en el poderoso objeto que se encuentra en su interior. Y pesa, sí, pero se puede llevar.
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